domingo, 25 de agosto de 2013

Café compartido I.


La de un verano de café y el médico suicida

Todo comenzó hace unos tres años, verano de 2010. Tres guionistas amateurs en busca de una historia que revolviera las entrañas del espectador y lo dejara patidifuso. Objetivo conseguido, lo que comenzó como un trabajo por cuenta propia acabó convirtiéndose año y medio más tarde en un libreto de producción infumable encuadernado en dos tomos de aproximadamente 200 páginas cada uno. 

No saben lo difícil que es escribir un guión a tres bandas, es jodidamente complicado lidiar con una rutina laboral compartida. Todas las semanas nos reuníamos tres o cuatro veces en una cafetería del centro de Málaga, este proceso se repitió durante todo ese verano. Curiosamente ninguno de los tres implicados vivíamos en el centro lo que propició que en muchas ocasiones alguno de los miembros llegara tarde y se produjera alguna que otra disputa ¿Es que hay una hora prefijada para comprar el pan a diario? ¿Esa hora debe coincidir con la hora de reunión día tras día? ¿Son las 11 de la mañana el momento propicio para ir a la panadería? Oigan, cada uno tiene sus preferencias eh!

El punto de partida de nuestra historia fueron los sucesos ocurridos en verano de 2010 en la Calle Pacífico, por si alguno no recuerda la historia voy a intentar contarla de la manera en la que la contaron los medios de comunicación, que vaya usted a saber... Una noche, un varón de raza blanca entra en una de las urbanizaciones de la calle Pacífico con la intención de robar, a la hora de la verdad, en el momento en el que es o todo o nada el muchacho se raja y sale huyendo por patas con tan mala suerte que los vecinos se enteran del percal y van tras él. El resultado es que lo atrapan y se toman la justicia por su mano, uno menos. Nuestro guión, que estaba inspirado por aquellos hechos, se tituló 'El Juego de Lucía', y ahora procederé a relatarles lo del médico suicida.

Una de las cosas que aprendimos en el verano de café fue que no toda historia merecía ser contada, al menos de la manera en la que habíamos planteado para 'El juego de Lucía'. Miguel Fadón era el médico suicida, padre de una mozuela, Lucía. El padre del señor fadón era un enfermero sobrecualificado que vendría a hacer temblar los cimientos en la vida de su hijo hasta el punto que el médico suicida le hacía una operación a corazón abierto a su hija Lucía, sin ésta necesitarlo. Imagínense, vaya película de miedo. Esta situación nos lleva directamente al fin del primer acto, en el que el guión se quedó aparcado y a la facultad de medicina, a uno de los despachos de un profesor que podría resolvernos algunas dudas en cuanto a cuestiones técnicas de la cirujía. 

El profesor, vestido con bata blanca, nos recibe a los tres en su despacho y comenzamos a hablar de cuestiones de la medicina, lo que entre otras cosas nos llevó a lo que habíamos ido a preguntar allí ¿Podría un médico operar sin ayuda a una paciente, a corazón abierto? Se ve que al médico no le terminó de entusiasmar nuestra idea, pero allí estábamos y volvimos a la carga. A ver, póngase usted en una situación extrema, está con su hijo en el Sahara, no pregunten por qué el Sahara y no Atacama o cualquier otro lugar, seguramente porque al ser profesor de la UMA no tendría para viajar tan lejos. ¿Podría operarlo sin ayuda y prácticamente sin material quirúrgico? Cinco minutos más tarde estábamos fuera del despacho del tipo con bata blanca y preguntándonos qué había salido mal. Yo realicé aquella fatídica pregunta. 

Así concluyó, a mediados de septiembre, nuestro veranó de café, dejando al médico suicida y a su hija en un cajón hasta nuevo aviso. 

.- El café de las 12. 

2 comentarios:

  1. ¿Es un guión contando un guión? ¿ que le pasó a Lucía, sobrevivió? ¿ qué hacían en el Sáhara? ¿ qué pan compraban, baguettes, albardillas, civiles, malagueñas...? Uf, cuántas preguntas sin respuesta. Necesito una segunda parte que me aclare tanta incertidumbre.
    Besos
    Liliana

    ResponderEliminar